La historia de Gisela Batista es la de muchas personas que encontraron sus respuestas, y hasta un espacio de desarrollo profesional, fuera de los ámbitos formales. Cada vez más, las personas recurren a opciones alternativas para resolver crisis profundas y cuestiones que afectan su bienestar físico o de relaciones, como camino complementario a las tradicionales.
A sus 12 años, Gisela comenzó a tener sueños premonitorios y más tarde se enteró de que una de sus tatarabuelas fue una gitana vidente que vino de España en 1906, sola y embarazada; expulsada, de alguna manera, de las ideas de la época. Esta capacidad de “mediumnidad” se fue transmitiendo en las mujeres del clan. “Mi bisabuela fue una gran psíquica, venía gente de todos lados a verla. Mi abuela lo ejerció de jovencita y mi mamá, que también es muy buena, eligió no dedicarse a eso”, relata Batista.
Algo que la impulsó a ofrecer este don a otras personas fue un episodio ocurrido a los 16 años. “Una noche en un parque de diversiones se me apareció la primera alma, yo las llamo presencia; era la mamá de una gran amiga de la infancia. Recuerdo que era 31 de octubre y hacía un año que había fallecido; me impactó, pero no me dio miedo. Fue como una puerta que se abrió y no se cerró más”, describe.
Así fue que a los 18 comenzó a estudiar tarot y luego complementó sus capacidades psíquicas con formaciones en astrología, registros akáshicos, péndulo y flores de Bach. Esto le permitió ir sumando experiencia en la atención de personas, incluso en el marco de instituciones.
Una de las actividades que le apasiona es la divulgación de este tipo de disciplinas por lo que participa de diversos espacios y cuenta que, en el camino, atendió a jueces, políticos y diversos personajes públicos. Con los años desarrolló su propia técnica para ayudar a comprender las historias dolorosas y sanarlas.
Gisela Batista tuvo que transitar su propio proceso de sanación física y emocional, siempre con ayuda de la medicina tradicional, a la que le reconoce un lugar primordial. “Me habían diagnosticado endometriosis y, luego de tres operaciones, no tenía reserva ovárica. Me dijeron que nunca iba a ser mamá. Pero trabajé con mi árbol genealógico trayendo a mis ancestros y pude superarlo. También pude resolver mis problemas de pareja y hoy tengo un hijo en el marco de una unión sana y feliz”, cuenta.
Justamente con su esposo, quien es coach y biodescodificador, desarrolló la técnica “Despertar Consciente”, que fusiona la “mediumnidad” con otras disciplinas. “En las sesiones traemos a los ancestros que tienen la clave para que el cliente pueda trabajar su historia y sanar. Se produce la liberación de los mandatos y por ende la persona tiene un renacer consciente donde el libre albedrío comienza a ser real y posible”, manifiesta Gisela Batista.
También plantea sus reparos respecto de los que se ofrecen como salvadores en tanto manipulan a personas vulnerables. “No creo en los trabajos o gualichos, no creo que nadie tenga el poder de cortarte una relación ni hacer cosas para que te vaya mal. El poder de la sugestión hace estragos en las personas y sugestionarse para mal hace que todo vaya así”.
Por su parte, en sus vivos de Instagram enseña muchas de las técnicas que utiliza, como trabajar con velas y canalizar energías, para promover el autoconocimiento y el desarrollo personal. “Mediante visualizaciones y meditaciones guiadas les ayudó a sacar su mejor versión”, concluye.
Link al medio